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La Casa de la Calle Pimienta

- Ven – y ella lo mira rabiosa, con los ojos llorosos mientras se limpia las lágrimas que le corren por  las mejillas. - Ven, anda, que sabes que te amo – Gerardo abre los brazos mientras el humo de su habano forma espirales que alivian el fétido aroma que ya ha empezado a correr  por toda la casa.    La Casa de la Calle Pimienta tiene, en vez de pintura, unos cascarones verdes llenos de años. Tiene también, al frente, una cerca de metal con puntas de flor de Lis que han perdido filo y forma, y un jardín pequeño lleno de arbustos y follajes de colas de zorro, teresitas y musgos silvestres que conviven a diario en el total abandono de la mano tierna de Cecilia, que a pesar de eso, siguen verdes. Esos follajes pequeños son los que me han dado las alegrías de los juegos nocturnos, aquellos donde uno se puede esconder fácilmente de los demás. A pesar de lo pequeño del jardín, hay también un encino rugoso cuyas ramas, largas y torcidas, logran tocarse con una ventanita que da a la p

La Prueba

  - Dale – le dijo el instructor. Entonces apretó más los ojos cerrados, concentrando sus fuerzas en levantar el cuchillo que descansaba sobre la mesa. Después de unos segundos de vano intento, negó con la cabeza admitiendo que no tenía la suficiente fuerza para asirlo, dirigiendo la mirada hacia el maestro. - Dale, te digo, ahora es más fácil. Concéntrate – ahora simuló un ruido parecido al de una garganta que traga saliva, y volvió a intentarlo. Sintió como si las gotas de sudor le corrieran por la frente debido al esfuerzo, sin darse cuenta que las gotas caían de las filtraciones del techo que tenía la casa, justo en la cocina, y caían sobre la transparencia de su cráneo para dar después en los tablones de madera del suelo. Logró entonces, por un instante, sentir un leve balanceo entre sus desvanecidos dedos: El peso del mango del cuchillo entre sus manos. Un mango de madera que de a poco se amoldaba al viento que lo sujetaba, que le empezaba a marcar un tono a la dirección del c

Respirando.

Solo Respira.

Un Recuerdo

Un Recuerdo©         Gabriel Silva      Jovita se asustó y lloró sólo al principio. Los brazos viejos se le cansaron por sostener apenas diez minutos la cabeza canosa de Gregorio, y tuvo entonces que dejarla reposar sobre el almohadón de funda tejida. Después del susto, de secarse las lágrimas y limpiarse la nariz, sintió los piquetes en el pecho que –a veces sentía- el doctor Mireles le había dicho eran, con seguridad, micro infartos. Jovita no fue por las pastillitas naranjas que se ponen debajo de la lengua ni por el vaso con agua. – Al carajo – dijo. – Que me lleve la chingada si es tiempo - y con un constante punzar en el pecho, empezó a buscar la ropa que le pondría a Gregorio. Abrió el armario del viejo, aquél que le había prohibido abrir por ser sólo de él; buscó entre la ropa colgada algo apropiado y que no fuera la camisa de rayas azules, el pantalón gris y los zapatos negros con campanitas en el frente, con los que siempre iba al palacio municipal por su pe

Sigue

Saludos. Pues seguimos aquí. Ya son meses y meses que he estado lejos de este sitio, que a veces, cuando lo visito, yo mismo me siento ajeno. Obviamente(palabra que se me ha pegado mucho últimamente del trabajo), es la consecuencia de no darme seguimiento, de no reafirmarme a través de las letras. Extraño enormemente esas horas que dedicaba a escribir relatos, a buscar mi poesía, a sentirme útil literariamente. No necesariamente he faltado a mis letras por falta de tiempo, aunque es una realidad que estar con Regina, con Leonshine, es más importante, y los tiempos libres los comparto con ellas(aunque la Leonshine me diga que me la paso flojeando). Pero aún cuando sale un espacio que pudiera aprovechar, yo mismo lo dejo de lado, como cuando he estado de viaje de trabajo y al final de cumplido el objetivo pudiera aprovechar ese tiempo último antes de regresar. Quiero retomar las letras, pero honestamente no se cómo regresar. Hoy día, como decía, mi familia es mi prioridad, y el t

6 meses despues

Han pasado 6 meses desde mi última entrada y aquí estamos de vuelta. No quiero caer en escribir por escribir, solo por no olvidar que puedo hacerlo. Hoy solo diré lo siguiente: Nació mi hermosa Regina! (Eva Constanza quedará para la siguiente hija). Pronto regreso. Saludos.

Tan Cerca.

La llegada de mi querida Eva Constanza está a la vuelta de la esquina. Si Dios lo permite, en poco más de un mes detonará en el aire su primer grito de guerra. Mientras tanto la Leonshine(su madre) y yo(Tigreshine) ya estamos corriendo por la ropa, la pañalera, que si la carreola de tres o cuatro ruedas, o si la cuna de madera o de conglomerado. Al final me da enorme gusto andar en estos preparativos para la llegada de la hermosa promesa. Por otro lado está lo que cada uno de nosotros se va imaginando de ella: que si tiene mi nariz(de acuerdo al ultrasonido tiene la griega nariz Silva), si será blanca, morena, apiñonada o morena clara(súper mafufada!), si estudiará en colegio o escuela de gobierno, o bien, si cursará idiomas, piano y equitación, o solo jugará al Xbox en sus tardes libres. Y más allá de todos esos buenos deseos paternos de querer darle lo mejor en educación y vestido, en proveerle un inherente entorno de seguridad, de querer asegurarle el éxito profesional, no q